SOUFFLÉ HELADO DE LIMÓN Y CHOCOLATE BLANCO

Postres

INGREDIENTES

  • 1/2 taza de jugo de limón
  • 2 1/2 cucharaditas de gelatina sin sabor
  • 1 taza de leche
  • 3/4 taza de azúcar
  • 2 yemas de huevo
  • 1/4 cucharadita de maicena
  • 50 gramos de chocolate blanco, picado
  • 2 1/2 cucharaditas de ralladura de limón
  • 5 claras de huevo
  • 3/4 taza de crema de leche
  • 50 gramos de chocolate blanco, rallado

PREPARACIÓN

En un recipiente hondo espolvoree la gelatina sobre el jugo de limón en una capa uniforme. Reserve.


En una olla, caliente la leche con la mitad del azúcar, revolviendo de vez en cuando hasta que la mezcla hierva y el azúcar se disuelva.


Mientras tanto, bata las yemas con la mitad del azúcar restante y la maicena, hasta que adquieran una consistencia pálida y cremosa.

Poco a poco, agregue la leche caliente, sin dejar de batir.

 

Devuelva esta mezcla a la olla y cocine a fuego lento hasta que espese ligeramente. Cuele a un recipiente limpio, adicione el chocolate picado y revuelva hasta que se integre. Sin dejar de revolver, añada el jugo de limón con la gelatina y la ralladura.


Disponga este recipiente con la mezcla sobre otro recipiente más amplio lleno de agua con hielo y deje reposar. 


Mientras tanto, bata las claras a punto de nieve y agregue poco a poco el azúcar restante.


Adicione una tercera parte de las claras batidas a la mezcla de limón e incorpore el resto suavemente, en movimientos envolventes, con una espátula plástica.


En el mismo recipiente de las claras, bata la crema hasta que forme arrugas e intégrela delicadamente al soufflé. 
Vierta la mezcla en un molde refractario y lleve a la nevera durante 11/2 horas. 


Sirva bien frío, decorado con el chocolate rallado.

Las emociones también tienen que sanarse de la misma manera como lo haríamos si algo estuviera mal en nuestro cuerpo.

El problema de sentir miedo es que a veces nos paraliza, nos estresa de más o nos produce demasiados nervios si no lo sabemos manejar.

Seguramente alguna vez te ha pasado que se te van horas y horas frente al computador o frente a una hoja en blanco esperando que algo se ilumine dentro de ti y que por arte de magia te llegue una dosis de creatividad que te impulse a empezar a escribir o a cerrar una idea...